La Cordillera de los lobos

Serie Los Nombres de la Cordillera

La impronta del lobo y su presencia ha quedado impresa en todo tipo de manifestaciones etnográficas, siendo una de ellas la abundante toponimia en la Cordillera. Muchas veces con referencias obvias de carácter moderno; otras no tanto debido al empeño latinizador de vocablos más antiguos que pusieron los copistas medievales y también en formas más antiguas.

Así, nombres de lugar en León como Valdelaloba, a orillas del Sil berciano, o Matalobos del Páramo (“Matadelobos” en documentos del siglo XIII) evocan sin duda al cánido, igual que el Valle de Los Lobos, al sur del puerto de Ventaniella y de la cercana Sierra de Llobiles, divisoria con Asturias.

La geografía asturiana también está materialmente “regada” de topónimos que aluden a la presencia del lobo y quizás también a la caza del animal. Por citar sólo algunos de una lista que sería interminable, la Pena Llobal en Teberga, la Juente los Llobos y la Sierra de Llobiles en Ponga, el Cuetu Llobu en Onís, el Picu Llobu en Santadrianu, el Xerru los Llobos en Casu o el enclave de Trasdechobos, de Cangas del Narcea (este último, fenómeno del cheísmo a partir de la voz “tsobu”).

En Cantabria nos encontramos en Liébana con el lugar de Llobangu (de llobu; recordemos la estrecha relación del habla lebaniega con el leonés), bajo el pico Casanzo, y cuya forma toponímica se repite con el oso en los altos de Osangu, cerca de San Glorio. Sin abandonar la comarca, en la vertiente norte del macizo de Peña Prieta los altos del Cubil del Can parecen tener también un nombre de evidente origen, aunque no es un criterio sostenido por todos los lingüistas.

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